viernes, 10 de julio de 2009

La democratización del audiovisual

En 1976, JVC lanzó oficialmente el VHS en Europa y Asia, y se empezó a afianzar al año siguiente al llegar a Estados Unidos. La reproductora fue al principio un articulo costoso, siendo recién en la década de los ochentas que empezó a volverse masivo y popular, consolidándose como único sistema para ver y grabar videos, y como la piedra angular del mercado hogareño y de videoclubes. El video es el inicio de lo que Arturo Ripstein denominó la democratización del audiovisual (Sartori, 2000), ya que debido al bajo costo y la versatilidad del formato, constituyo un importante medio de expresión para todos los estratos sociales, derivando en una diversidad de producciones de medio y bajo presupuesto. Para las características tan restringidas, con respecto a la producción audiovisual, de un país como Panamá, el video posibilitó una nueva era, que propició el surgimiento de propuestas distintas que de otro modo no habrían llegado a realizarse. Si bien este formato en sus primeras etapas evolutivas conllevaba un detraimiento en cuanto a la calidad de imagen, permite su existencia, la cual está ligada la necesidad de contar historias propias, y de la experimentación en el lenguaje electrónico del video.

La popularización del video permitió su uso extensivo, tanto como herramienta de trabajo que como posibilidad de expresión artística. Surgió en Centroamérica una generación de "video-cineastas", muchos con estudios formales en cine y video, que se sumó a los ya "veteranos" cineastas. (Cortés, 2006)

En 1985, surge el concurso RPC-Maxwell, organizado por Stepahn Proaño, un publicista ecuatoriano, que impulsaría la creatividad aplicada sobre los nuevos medios electrónicos, y que configuraría un espacio clave de intercambio para publicistas, artistas plásticos, bailarines, músicos, poetas, cineastas y cinéfilos del ámbito nacional. Sobre el inicio de este emprendimiento, el concurso convocó sólo videos musicales que representaban por su facilidad de difusión, como formato comercial de la música, una opción accesible para los publicistas, acostumbrados a expresarse sintéticamente. Sin embargo algunos participantes se ingeniaron para cumplir las bases del concurso y a su vez contar historias. Tal fue el caso de la obra de Luís Franco, Eduardo Harker y Sergio Cambertfort, quienes en conjunto realizaron una serie de obras conformadas por Algo de ti (1985), Tulivieja (1986) y Príncipe prospero (1987). En esta serie, la música fue tomada como una obstrucción, y a la vez el medio para narrar una historia. Algo de ti (1985), es un video con música del propio Franco, que narra la historia de una pareja que consumaba su amor, cuando es separada por los militares y encarcelada con la complicidad de personajes que representan a las instituciones, la religión, los medios, el comercio y el pueblo. Luego, mediante una puesta en abismo, se plantea todo como un juego de mesa, en este enfoque la prisión adquiere mayores dimensiones incluyendo a todos dentro de ella, con la excepción de un niño, el cual permanece fuera para simbolizar la inocencia. Algo de ti (1985), es una proyección de la incertidumbre vivida en una época de intensas convulsiones políticas, y de una polarización a partir de la muerte del General Torrijos y ante la ascensión de Manuel Antonio Noriega. Al año siguiente, Franco y Harker realizaron la Tulivieja (1986), basado en una leyenda panameña acerca de una mujer que cegada por el deseo, pierde a su hijo en las corrientes del río, por perseguir a un conquistador. La tercer obra de la serie, fue inspirada en La máscara de la muerte roja de Edgar Allan Poe, Príncipe prospero (1987), el mismo fue el único video clip de la serie filmado en formato de 16 mm. En dicho video, se hace referencia al General Noriega como el príncipe próspero, y se recrea la fiesta de gala ‘ en su palacio, donde lo recibe su burguesía, a la cual se le adjudicó semejanzas al medio político nacional de aquella época.

Por otra parte, el GECU, en esta década, empezó a tratar nuevos temas, replanteándose nuevos referentes para la identidad, mediante la producción de una serie de trabajos sobre artistas plásticos, personajes populares y en especial sobre la música. Bajo dicha visión, Aby Martínez realiza tres documentales, Chong Neto (1987), el cual trata de la obra del maestro de la plástica panameña; Capitán de la nostalgia (1987), en el mismo retrata el trabajo del creador de carros alegóricos de los populares carnavales, el Genio Escobar; Y Alma de Bohemio (1988), en codirección con Jorge Cajar, es un documental sobre la vida y obra del guitarrista y cantor, Braulio Sánchez. Ese Mismo año, Fernando Martínez, realizó Rumbo (1988), documental en el que se aborda el tema de la tradicional música mejorana, a través de la familia Castillo, quienes confeccionan, ejecutan y mantienen esta tradición.


La dictadura del General Noriega y la invasión norteamericana

En 1987, Manuel Noriega destituye al jefe de Estado Mayor, Díaz Herrera, quien lo había acusado de estar en complicidad con la CIA en la muerte de Torrijos, hecho que causó fuertes protestas. Al año siguiente, el Presidente Eric Del Valle intenta destituir al General Noriega como Jefe de las Fuerza de Defensa, pero la respuesta de Noriega se tradujo en un golpe de estado, lo que provocó el exilio de Del Valle. Casi paralelamente, en Estados Unidos se produce un escándalo por una denuncia que revelaba al General Manuel Antonio Noriega dentro de la nómina de la CIA, lo que conlleva a una gran presión de los medios contra el gobierno del Presidente George H. Bush [padre], al que se le acusaba de permitir el ingreso al país toneladas de cocaína vía el Canal de Panamá, desestabilizando a millones de familias. Estados Unidos actúa imponiendo un bloqueo económico al país, lo que al principio tuvo un efecto contraproducente, pues en el país había mucha inversión del lavado de dinero, pero luego entra en crisis a medida que incrementaban las tensiones, hasta congelar los capitales. En Mayo de 1989, las elecciones son ganadas por el candidato Guillermo Endara Galimany, pero el General Noriega declaró suspendidos dichos comicios electorales y suprimió la constitución. En Diciembre la Asamblea Nacional declara el estado de guerra con los Estado Unidos. Sin mayor preámbulo, el 20 de diciembre de 1989, George H. Bush autoriza la operación Just Cause, lo que derivó en un ataque generalizado para apresar al General Manuel Noriega. Los bombardeos indiscriminados dañaron barrios populosos de la ciudad y provocaron la muerte de numerosos civiles, mientras Guillermo Endara era investido como presidente en la base norteamericana de Fort Clayton. Durante la invasión norteamericana, la información brindada por los medios estuvo bajo un estricto control norteamericano, por lo que la misma no dejó translucir las injusticias cometidas durante la llamada Operación Causa Justa.

Como una respuesta tardía a estos hechos se sucedieron producciones, tanto americanas como panameñas, que profundizaron en el tema con la intención de brindar una alternativa a la historia oficial. Tal es la producción de Yisca Márquez y Carlos Aguilar Navarro, ambos estudiantes de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, que codirigieron My name is Panamá (1988), un documental de 13 minutos, el cual trata sobre la posición irónica del General Noriega frente al bloqueo económico impuesto sobre Panamá. Yisca Márquez, quien para la invasión todavía cursaba en Cuba, estuvo presente en las vísperas de Navidad para filmar Just Cause ¿Para quién? (1990), una coproducción con Cuba, que consiste en un análisis crítico del crimen en cuestión. El mismo año, Sandra Eleta, artista plástica y fotógrafa, dirige una docuficción titulada, El imperio nos vista nuevamente (1990). El film, consiste en un documental compuesto de entrevistas y dramatizaciones de la ocupación militar de la Ciudad de Colón. Edgar Soberón, quien también estudió y ejerció en Cuba, dirige The midnight special (1991), título que alude al bombardeo nocturno sobre el humilde barrio del Chorrillo, el mismo es un docudrama satírico de 13 minutos, que trata sobre las experiencias del actor callejero, Didio Muñoz, y su relación con el General Noriega. El Film, fue coproducido con Cuba y Puerto Rico, y en el se realiza un esperpento de Muñoz y Noriega, presentándolos como personajes teatrales, bajo en una puesta en escena con un teatral, en el cual se presentan los sucesos de la invasión norteamericana y la captura del General Noriega como un montaje escénico de baja calidad. El mismo año, Fernando Martínez, miembro fundador del GECU, realiza Las casas son para vivir (1991), un documental de ocho minutos, filmado en video, que trata acerca del bombardeo norteamericano sobre el Chorrillo, visto a través de la mirada de un niño y sus dibujos. El film de Martínez, constituye también una denuncia contra la desidia del nuevo gobierno acerca del tema infantil. El mismo, está compuesto de imágenes de archivo, dibujos, fotos fijas y testimonios de los sobrevivientes. En el exterior también se produjeron filmes sobre la invasión, como Dollar Mambo (1993) del mexicano Paul Leduc, en colaboración con el cineasta panameño, Pedro Rivera. El film, también con un tono satírico, relata los efectos de la invasión sobre la relación de una prostituta y su enamorado. Por parte de los norteamericanos, Barbara Trent y David Kasper realizaron The Panama Deception (1992), con la que ganaron el Premio Oscar al mejor documental, por su denuncia crítica, la cual devela parte de la verdad tras la invasión norteamericana.

El documental expone cómo el gobierno norteamericano y los medios masivos de comunicación suprimieron información sobre este desastre en la política internacional de Estados Unidos, e incluye imágenes exclusivas de la invasión y sus consecuencias. Comprende una serie de entrevistas, como la realizada al Presidente Guillermo Endara, al portavoz del Pentágono, Pete Williams, al General a cargo de la operación, Maxwell Thurman. Así como testimonios del bando panameño, como la entrevista al representante Charles Rancel, a las activistas Olga Mejia e Isabel Corro y al ex diplomático Humberto Brown. (Panama Deception, 1992)


El cine panameño del período democrático

En 1992, el concurso RPC-Maxell comenzaba a perder fuerza, por lo que se inauguró la categoría de video argumental. En ese primer año de la categoría, el ganador fue Nikolai Proaño con el cortometraje de 12 minutos, Fábulas del Corazón: Historia de los niños y el amargado (1992), obra basada en la obra de Ana Mattioli, la cual cuenta la historia de un anciano que tiraniza a cinco niños encerrados en una casona. El relato intenta evoca una atmósfera mágica, y finaliza cuando los niños logran liberarse del malvado anciano mediante el amor. En 1993, el concurso premió el trabajo de José Luís Rodríguez, Pequeños Novios (1993), con fotografía del Maestro Carlos Montúfar. El cortometraje de ficción, denuncia el problema del embarazo infantil, el cual constituía el 20% de los embarazos en el país, mediante la historia de una familia conformada por una madre soltera y una hija única de unos quince años de edad, la cual que queda embarazada, y tras la insistencia de su pareja deciden abortar, sin embargo se arrepiente de su decisión el día programado, optando por la vida. Esta historia, se alterna con la voz en off de un feto, el que hablaba desde en una especie de limbo, representado como un espacio rojo e inconsistente, producido mediante animaciones gráficas de la época, las cuales hoy en día, resultan de mala resolución. El film cuenta con una iluminación característica del video, con una luz homogénea, y una chatura característica del formato, dado también por los espacios reducidos de la casa, y un trabajo de arte bastante limitado.

Pequeños Novios se filmó en 1993 con film de 35mm . Todos los participantes eran jóvenes que habían estudiado cine en Cuba, Argentina y España; el resto trabajaba en producción de cuñas publicitarias, es decir eran del "oficio" , me hablaron de que si yo hacía la dirección de fotografía , seguro que ganábamos ya que ese era y actualmente es el punto débil en lo que se hace ; acepte con la condición de nada de licor no comidonas durante el rodaje y cumplieron. (Montúfar, 2009)

Jorge Cajar, realiza sobre estos años una serie de tres cortometrajes de ficción, dos de ellos adaptaciones literarias, Teresa Batista (1992) La suerte de Pancracio (1992) y Fruta Prohibida (1993). Teresa Batista, es una obra basada en la novela de Jorge Amado, en la cual se presentaba una caricaturización de diversos políticos, en un mundo de santería, cimarrones y prostitutas. La suerte de Pancracio, con guión de Fernando Martínez, cuenta la historia de un apostador compulsivo que se desarrolla en el campo, Pancracio, apuesta caballos y gallos hasta que su mujer, apegada a la realidad le pone fin a su irresponsabilidad. Fruta Prohibida, basada en el cuento del escritor contemporáneo Juan Andrés Castillo, el que aborda a la mujer como un demonio, nutriéndose de las creencias mágicas del campesino y de lo rural, los prejuicios religiosos, los problemas familiares, y la perdición del dinero en relación al sexo, el alcohol y el pecado.

En 1994, surge el Centro de Imagen y Sonido (CIMAS), un organismo privado que desde la década del noventa, concibe y apoya a un número plural de producciones en video, reuniendo de realizadores como Jorge Cajar, Pituka Ortega, Luís Romero, Edgar Soberón, Luis Franco, Joaquín Horna y Edwin Mon. En palabras del Luís Romero, actual Director del centro:

CIMAS nace en 1994 con el interés de promover el audiovisual panameño y recatar la imagen propia. Sus gestores fuimos gente ligada a la cultura y al audiovisual (profesores, realizadores, promotores de cultura) con el apoyo de amigos empresarios. Las líneas de trabajo eran educación (talleres) producción (trabajos panameños) promoción (muestras y festivales) y archivo audiovisual. (Romero, 2009)

La obra que inaugura la producción del Centro de Imagen y Sonido (CIMAS), es el documental etnográfico de 10 minutos, La raza prohibida (1994), que trata sobre la población china, los problemas de los indocumentados, los estereotipos con los que la sociedad panameña tilda a esta cultura y su historia, apoyándose en entrevistas, imágenes de archivo y dibujos, estructurados por una vos en off. En 1995, Enrique Castro realiza otro documental etnográfico, esta vez sobre la balsería de los indios Ngöbe Bugle, tema que había sido tratado por Ernesto Pool en 1943. La balsería es una celebración del blueblo Ngöbe, en la que una comunidad invita a otra a convivir durante cuatro días, compartiendo bebidas fermentadas y luchas físicas. Krung kita: la balsería de Kribarigade (1995), documenta una de estas celebraciones entre el pueblo de Kribarigade y Alto Corotú, tomando registro de todos los procesos que conlleva la celebración, en un trabajo antropológico combinado entre el idioma español y el Ngöbe. Entre las producciones más significativas del CIMAS, está el trabajo de Edgar Soberón y Luís Franco, La india dormida, título que hace referencia a una leyenda popular panameña. El cortometraje, de tan solo 15 minutos, cuenta la historia de un niño que sueña con llegar a ser un director de cine, pese a la oposición de su maestra y sus padres, lo que en el trasfondo intuye una reflexión para analizar las problemáticas de la producción audiovisual en Panamá, y a su vez, de cómo el estimulo educacional y cultural influyen en el desarrollo de los individuos y el medio. El CIMAS respalda otras propuestas de cortometraje como, Canaleo (1995) de Edgar Soberón, Memoria enlatada o qué lata no tener memoria (1993) de Joaquín Horna y Jorge Cajar, Códigos de silencio (1995) de Edwin Mon, y El mandado (1997) de Pituka Ortega.

Sangre (1995) de Tatiana Salamín, es un cortometraje de ficción de unos 20 minutos, con una impecable fotografía de Luís Franco, fue unos de los últimos trabajos premiados por el concurso RPC-Maxwell. Sangre, es una adaptación del cuento del escritor panameño Rogelio Sinán, Todo un conflicto de sangre (1946), en el cual se presenta un conjunto de contraposiciones, un mundo impecable, conformado por una clase elitista racista, en contraposición al ambiente popular, donde predomina la música y los bailes afrocaribeños. En la obra se encuentran también, representaciones de la realidad y lo onírico, a través de la paranoia racista de una mujer blanca hacia ese mundo que le es ajeno. El film, se refiere al distanciamiento entre las clases sociales, de cómo una burguesía enajenada de sus raíces, aspira formar parte de una identidad dominante, en la que se encuentran homogenizados. El cortometraje, culmina con un final conciliatorio, en el que la mujer blanca y su empleada negra se abrazan, simbolizando una solución a los problemas raciales del país.


El Jazz y la imagen afrocaribeña

Dentro de las tantas búsquedas emprendidas para enmarcar patrones propios de la diversa cultura panameña, una rama de la producción audiovisual nacional se destinó a la valoración de la música y la cultura afrocaribeña del país, la cual constituye la mayoría del país. El trabajo documental de Gerardo Maloney, miembro del GECU, es el más representativo en el tema. El mediometraje documental, Nosotros, los del Silver Roll (1981), de Gerardo Maloney en codirección con Reynaldo Holder, trata sobre las políticas segregacionistas inherentes en un sistema que dividía la fuerza laboral en nóminas. El trabajo documental de Gerardo Maloney, miembro del GECU, es el más representativo en el tema. Por un lado, la clase obrera, en su mayoría negros Antillanos, de la Zona del Canal, que no contaba con una remuneración digna y estaba sujeta a malos tratos, descriptos en el Silver Roll, y por el otro, a los que se refería como preferidos, la clase norteamericana racista, el Gold Roll. En 1992, Maloney realiza, Tambo jazz (1992) documental sobre el jazz latino en Panamá, en el cual recorre la obra de músicos panameños como Víctor Boa, Bárbara Wilson, Danilo Pérez, entre otros. Diez años después, Maloney incide en el rescate de la historia del jazz panameño con De carenero a Nueva Orleáns (2002), documental sobre el jazzista istmeño Louis Russell quien se había radicado en Nueva Orleans, y se convierte en una de las figuras más importantes del género Jazz, que junto a Louis Armstrong revolucionó la música en los años veinte. Gerardo Maloney, rescata también el legado del calipso, un género en extinción, con el trabajo Calipso (2000), en donde aborda la historia de dicho género musical, desde la migración afroantillana al país, mostrando la importancia del calipso para esta cultura y para la identidad panameña. El trabajo recopiló entrevistas de músicos y cantantes en Panamá y Nueva York, entre los que se destacan Lord Cobra, Claude Morant (Black Majesty), Lord Delicious, Two Gun Smokey, Roberto Juan Monroe, Swing Papa, Alonso Wilson, la única cantante mujer, Silda Ferrant (Lady Trixie), entre otros.

Dentro de esta temática también se realizaron otras producciones como, Quemando la nave (1985) de Olmedo López, la cual parece ser la única ficción concreta producida durante la década de los ochenta en Panamá. La misma es una adaptación del cuento “El jazzista y su mujer” de Justo Arroyo, filmada en video, y con una duración de 19 minutos. El film contó con la actuación de Danny Calden, Vielka Chu, Héctor Rodríguez. En el año 2000, Luís Romero realizó Con el diablo dentro del cuerpo producido por Bolero Films, el mismo consiste en un documental sobre la etnia Congo, en la provincia de Colón, creando un juego-ritual-danza con personajes tradicionales, “los diablicos”, que simbolizan la opresión y la vida de los negros en los tiempos del Coloniales.

Con el diablo en el cuerpo es una producción etno-antropológica y está basada en Diablo Congo, que simbólicamente representa al español esclavista. El Congo es una etnia que al escapar de lo españoles creaban los palenques, de allí nació la danza-juego. El baile tiene varios personajes que representan la época de la colonia. El congo se baila en carnaval y el diablo sale a pegar con su látigo a los negros (esclavos) que el miércoles de ceniza, último día de carnaval recibe el bautizo congo y tiene que quitarse la máscara hasta el último carnaval. Es un documental que ha ganado varios premios. (Romero, 2009)

Romero, formado en comunicación social en Brasil, y un postgrado en Dirección en Alemania, es propietario de Bolero Films, una productora que se dedica a la producción de documentales antropológicos, culturales, etnográficos, sociales e históricos para festivales, la televisión y ONG´s.


La liberación de la mujer en el cine panameño

Del Centro de Imágenes y Sonido, surge el trabajo de Pituka Ortega Heilbron, quien gracias al organismo se capacita en un taller de escritura de guión junto a Gabriel García Márquez en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Se inaugura como guionista y coproductora cuando realiza Códigos de Silencio (1995) de Edwin Mon, el cual corresponde a una necesidad de Ortega, de abordar el escabroso tema de la libertad de expresión. El trabajo de Pituka siempre porta un compromiso profundo con los problemas sociales de su tiempo, el cual se presenta de manera coherente, sin finales conciliatorios absurdos. En Isabel de Obaldía (1996), la artista experimenta sobre el documental-semblanza, documentando la creación de su obra, penetrando su vida hogareña, su cotidianidad, y los testimonios de quienes conviven en su particular mundo. El tema de la creación y expresión artística femenina esta impregnada por toda la obra de Pituka Ortegea, esta representa, sobre la iglesia, el camino de la emancipación de la mujer. Como lo refiere, en tono cómico, la obra de Victor Algandona del GECU, El duro (1993), la sociedad panameña de los noventa se caracterizaba por ser machista, violenta y desigual.

En 1999, Pituka Ortega realiza Sacrifictum, filmada en un Centro de Resocialización Femenina, el film es un híbrido entre documental y ficción, en el que se alternan testimonios de dos reclusas que han matado a sus esposos como resultado de la lucha de liberación de los abusos, con fragmentos entre testimonios, de una historia que se desarrolla afuera del centro penal, sobre una joven llamada Alma, que empaca sus pertenecías, discute con su madre y sale a buscar algo a la calle. En el lugar de los testimonios, se presentan tres reclusas sobre una mesa de las que dos son reales, y la otra una actriz presentada junto a ellas. Las dos líneas terminan por converger en el mismo espacio en común, el centro penal, en donde se encuentran Alma y Esperanza, entablando un largo diálogo del que no se tiene referencia en plano secuencia. Esta línea ficticia no cobra forma hasta el final, produciendo una tensión latente durante la mayoría del cortometraje. Además de la alusión de los nombres de los personajes, otro recurso presente son las miradas a cámara, tanto de Esperanza como de Alma sobre el final. Por otro lado, los testimonios de prisioneras reales, son un preámbulo empático y nutren la verosimilitud de un tercer testimonio del personaje ficticio, Esperanza, en el que cobra sentido los sucesos anteriores. Cabe destacar el respeto por la realidad de las reclusas entrevistadas y en un trasfondo de la mujer abusada, evidenciando el dispositivo de la producción, mediante el uso de una claqueta, puntualmente antes del testimonio del tercer testimonio. En el tercer testimonio, Esperanza cuenta los abusos que le cometió su difunto esposo, cuando se desvincula imagen y sonido, la voz en off sigue narrando un testimonio falso, mientras la imagen relata la sucesión real de los hechos que terminarían con la vida de su esposo. Muestra como cuando dictaba una clase de piano, es arremetida por el esposo, y mientras ella yacía el piso por los golpes, su alumna Alma es quien busca el cuchillo y mata al abusador. Es recién entonces cuando el sacrificio cobra forma. Sobre los momentos de mayor tensión, en el que Alma mata al abusador, esta presente el uso del silencio absoluto y artificial, cuestión presente en los trabajos de Pituka Ortega como una denuncia del secreto. El film de 26 minutos termina con Esperanza encerrada en el centro penitenciario, pero liberada en la posibilidad de la creación artística, a la que se hace referencia previamente en el diálogo. Y Alma ejecutando un piano de cola, libre en un exterior. Esta producción fue realizada en video digital, y copiada posteriormente a fílmico.

El mandado (1997) de Pituka Ortega, trata el tema femenino pero desde el abuso infantil. El film trata de los recuerdos de una mujer que fue agredida sexualmente de pequeña y rescatada por su tío homosexual. Ortega, trabajó en esta obra, una estructura de flash back compuesta por un presente truncado y breve sobre los primeros minutos, el grosso de narración ocurre mediante recuerdos presentados cronológicamente, y termina volviendo al tiempo presente. En film, presenta una niña llamada Mercedes que tiene una devoción por su maestra del colegio, una monja católica, y una relación con Dios, quien cumple el papel de único confidente. Su madre, quien vive preocupada por las apariencias y la vida social, le manda a la niña a comprarle cigarrillos pero esta se encuentra con su vecino paseando su perro, quien la seduce a su casa para abusar de ella. El abuso es cuidadosamente abordado de manera sutil, mediante la elipsis. Paralelamente se presenta el tío Tomás y su conflicto amoroso entre un amigo y su mujer. Dicho, personaje es categorizado como bohemio, y es quien alienta a la Mercedes a leer y expresarse mediante la escritura, así como es el único que descubre el dolor de la niña, a la vez que descubre el suyo. El tío Tomás, termina por quitarse la vida pero antes, amenaza al abusador quitándole la vida a su perro, y se despide de su sobrina en un sueño. El silencio, característico del estilo de Ortega, está presente como denuncia del secreto. El film culmina en tiempo presente, cuando a luz de las velas, Mercedes, ya una mujer madura, reza frente a una foto de su difunto tío. El cortometraje de 27 minutos, cuenta con escuadres casi académicos, una forma narrativa más tradicional y una fotografía impecable de Carlos Arango de Muntís.

Pituka también escribió y dirigió, por encargo, el documental El corazón de las mujeres de piedra (1998). Esta obra expone la labor de asistencia legal que realiza una organización no gubernamental con mujeres en situación de discriminación o abuso, donde nuevamente asume el compromiso y la solidaridad con las mujeres, siendo capaz de sensibilizar sobre un problema que durante mucho tiempo formó parte de los tabúes de la sociedad. Ese mismo año realiza la producción para un documental del Canal de Panamá para Discovery Channel, y dos años mas tarde realiza para el gobierno el documental Patria grande (2000) de tan solo 14 minutos.

En 1999, se realiza en Granada, Nicaragua, el primer Encuentro Centroamericano de Creadores, Productores y Promotores Audiovisuales, siendo esta la primera vez que los realizadores centroamericanos tienen la oportunidad de conocerse, confrontar sus trabajos y discutir los problemas más apremiantes de la cinematografía regional. En el mismo encuentro se fundó la Asociación Centroamericana de Creadores, Productores y Promotores de las Artes Visuales pero esta no ha obtenido resultados. Es interesante señalar que en Centroamérica existe una tendencia presente en Costa Rica y Guatemala, interesada en la integración cultural centroamericana, específicamente en el área del audiovisual, tal es el caso del Festival Icaro que se realiza en Guatemala desde 1998, convocando obras de toda la región, el mismo es organizado por un grupo de creadores reunidos en Casa COMAL (Comunicación Alternativa). Así mismo es el interés del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica que organiza internacionalmente muestras de cine centroamericano. [Ejemplo: La primera muestra de cine centroamericano denominada la valija centroamericana 2008, en los espacios INCAA, Argentina.] La realidad de los países centroamericanos en mucho se asemejan, ya que todos poseen mercados internos pequeños y ninguno a logrado establecer una industria cinematográfica estable. Cabe destacar que en su conjunto suman una población de alrededor de 40 millones de habitantes (ccp.ucr.ac.cr) lo que equivale un mercado de las dimensiones de la Argentina.

En conclusión, durante las décadas de los ochenta y noventa, hubo una notable proliferación de la producción audiovisual en video, impulsado por un auge tecnológico y por emprendimientos del sector privado, como el concurso RPC-Maxwell, en el cual se reúne la producción de profesionales de todas las ramas y donde la mayoría de los participantes optan por contar historias mediante el video musical. A partir de esta década, también se realizan producciones que indagan en los conflictos políticos que derivan en la invasión militar del 21 de Diciembre de 1989. En estas realizaciones intervienen los primeros profesionales formados en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños como Yisca Márquez y Carlos Aguilar Navarro. En la década del noventa, ya en democracia, el concurso RPC-Maxwell abre la categoría de cortometrajes, lo que permite a los participantes contar historias de manera mas libre. Mas tras la suspensión del concurso en 1995, la labor del Centro de Imagen y Sonido (CIMAS) toma protagonismo produciendo una gran cantidad de proyectos de corto y mediometraje. El GECU mantuvo durante este período un producción modesta, respecto a la década de los setenta, de la obra de nuevos realizadores como Gerardo Maloney y Edgar Soberón, así como los más experimentados como Pedro Rivera. Durante este período el grosso de la producción audiovisual se realizó en formato de video por la factibilidad y la libertad que conllevaba, pero esto implicaba resignar la calidad. La calidad de la imagen de estas producciones mejora entonces a medida que el desarrollo de las tecnologías audiovisuales lo permiten. Tal es el caso del video digital y el cine digital, que contribuyeron a alcanzar mejores estándares de calidad a producciones de bajo y medio presupuesto, rubros en donde se desarrollan la mayoría de los proyectos panameños. Dicho desarrollo tecnológico también afianza el concepto de democratización del audiovisual (Sartori, 2000) que sostiene Ripstein, el cual toma mayor validez en países pequeños como Panamá y el resto de Centroamérica, en donde las producciones de bajo y mediano presupuesto comprenden la gran mayoría de las proyectos.

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