viernes, 10 de julio de 2009

El cine panameño del nuevo siglo XXI

En las elecciones de Mayo de 1999, y tras un primer intento en las elecciones de 1994, Doña Mireya Moscoso [decoradora de interiores de profesión] se convierte en la primer Presidenta de la República de Panamá. Fue de la mano de Moscoso, que se hace entrega del Canal de Panamá al pueblo panameño, el 31 de Diciembre de 1999. Este hecho memorable de la historia panameña marca el fin de la ocupación militar, por primera la nación ejerce legítima soberanía sobre la totalidad del territorio, pero no conlleva el fin de la dependencia respecto a las grandes potencias foráneas. Por un lado, desde la década de los noventa, específicamente la administración del Presidente Ernesto Pérez Balladares, el país adoptó políticas neoliberales, privatizando casi todos los servicios sin la debida regulación, elevando sus costos y produciendo un constante distanciamiento entre las instituciones y la realidad del pueblo panameño. Así mismo, el tratado Torrijos-Carter obligaba a Panamá a mantener una condición neutral y permitía a los Estados Unidos una intervención militarmente en caso de que la seguridad del Canal de Panamá corriera algún riesgo. Más allá de las condiciones, la transición del Canal a manos panameñas ha sido el mayor triunfo que este pequeño país ha experimentado en su historia, produciendo un gran sentimiento de cohesión nacional y fervor patriótico. Este es el legado mas preciado de la revolución de Omar Torrijos, pero en contraste, la sociedad panameña del año dos mil difiere en gran medida de la que Torrijos idealizaba. Con los años la soberanía territorial perdió credibilidad, en contraste a la penetración que irrumpe en la soberanía cultural panameña, que enajena los individuos de su identidad.

Una obra emblemática de los primeros años soberanos de Panamá, es One Dollar: el precio de la vida (2001), dirigida por Héctor Herrera y Joan Cutrina. Es una película documental que trata sobre el impacto del imperio de las drogas y las armas años después de la invasión estadounidense en Panamá. El film retrata los graves problemas de la sociedad panameña, a través de personajes reales, todos pertenecientes a barrios marginados y a los estratos bajos de la sociedad panameña. La película cuenta con tres capítulos. El primero constituye un panorama de la violenta vida en las calles, de mano de rapeadores, quienes muestran sus cicatrices a la cámara, y cantan a través de sus letras una salida religiosa para los conflictos de pandillas. El segundo capítulo, continua el tema de la violencia, pero desde el punto de vista de Fat, un funcionario de la morgue de la fiscalía que recorre las calles recolectando cadáveres, concretamente, víctimas de la violencia. Y por último, el tercer capítulo trata acerca de los que ejercen esa violencia, y es protagonizado por Lolo, líder de los Krazy Killa (que deriva de un modismo inglés que quiere decir asesino loco), quien personalmente introduce a los integrantes frente a la cámara, mostrando como opera la banda y la guerra por mantener la supremacía en las calles. A su vez, la cámara registra desde otra perspectiva más realista a la institución policial. Desde la perspectiva del Guetto, se devela una fuerza policial corrupta y abusiva.

Héctor asegura que la película no es más que una denuncia, pero no una denuncia a la sociedad panameña, sino a todos los panameños. Cree que la situación que se ve en la película -el consumo de droga y la violencia- es totalmente una denuncia contra el sistema que está viviendo la gente marginada en Panamá. (Gutiérrez y Robinson, 2005)

Héctor Herrera se infiltró personalmente en los barrios marginales de la Ciudad de Panamá, entre los músicos pandilleros, en los enfrentamientos de pandillas, en la labor policial, en resumen, entre los protagonistas de lo que en la actualidad es una cultura de la violencia, que guarda una relación simbiótica con la música popular. Las pandillas urbanas de las ciudades de Panamá y Colón, se expresan musicalmente a través del reggae en español, y en sus letras profesan la muerte de sus enemigos, el odio a la autoridad, así como la idiosincrasia de las clases populares. Existen por otra parte cantantes de reggae en español, que frustrados por la violencia, pasan al extremo fanático del arrepentimiento y la salvación religiosa. Cabe destacar, que muchos artistas de este género musical constituyen los máximos exponentes de la cultura más homogénea dentro del territorio en las últimas décadas, considerada una manifestación identificada con lo popular y lo festivo. Este género que traspasa fronteras, desvirtúa la representación de la cultura panameña, al ser portador de un mensaje violento e incoherente.

One Dollar: El precio de la vida, utiliza la música reggae como recurso expresivo del bajo mundo, un elemento sonoro, pero además es el escenario por el que atraviesa el documental, y mediante el testimonio de los rapeadores, se denota la violenta realidad en la que están inmersos, la cual en su perspectiva, actúa como una manifestación cultural del país. Según Herrera, "Los reggaeseros están allí porque la música es hilo conductor de One Dollar, pero no es que los reggaeseros fumen, salgan y sean realmente lo que están viendo, inmersos en la droga". (Herrera, 2005)

El relato en One Dollar, esta dado bajo una modalidad híbrida, entre interactividad y observación, el documentalista hace intervenciones realizando preguntas desde fuera del cuadro, permitiendo que los personajes tomen protagonismo. La presentación de los personajes es llevada a cabo por ellos mismos, y en su mayoría, son habitantes de un espacio en común: el gueto. Dichos personajes aportan sus anécdotas y las distintas perspectivas del barrio. En él, se entrelazan las historias, y en su conjunto, representan un sub-mundo casi ficcional con cánones crudamente violentos, desvalorizando la vida y creando un frenesí conjunto por ser la persona más temida y respetada del barrio. Como prueba, cada manifestación cultural popular registrada en el documental (una canción, fiesta, carnaval ò concierto) tiene como desenlace una muerte a causa de un arma de fuego. Es importante el contexto histórico en el que se desarrolla la obra, pues retrata la violenta realidad de las clases populares, en el contexto de una sociedad panameña sin interés por las causas del problema, una sociedad injusta y conservadora en vísperas del ejercicio de la soberanía total. En palabras del mismo Herrera: "Creo que hay reacciones de todas las formas, pero los únicos que me atacan son los panameños… Porque no aceptan la realidad" (Herrera, 2005).

Al inicio de este documento, se realiza una referencia a la invasión norteamericana del 21 de Diciembre de 1989, lo que es un anclaje a un episodio histórico con el fin de significar, que el film que se esta por ver, es una denuncia por las toneladas de armas que se encuentran distribuidas entre la población civil de Panamá, desde que el ejército norteamericano desmantelo las fuerzas de defensa de la República de Panamá. Desde entonces existen enfrentamientos entre bandas juveniles armadas por el control del tráfico de armas y estupefacientes. Fuera de esta observación, la denuncia no esta impuesta directamente a través del discurso del documental o de simbologías, ni hace referencia a ninguna ideología. La denuncia esta dada desde la temática, y a través del testimonio de los personajes. Entre los testimonios, sobresalen: la entrevista a una madre que se refiere al tema del fácil acceso a las armas desde la invasión; el testimonio de los piedreros [indigentes, adictos al crack] abogando por una mayor compresión del resto de la sociedad; así como testimonios sobre la represión policial, la inseguridad, y en particular el reclamo de un ciudadano que asegura no obtener ningún beneficio del canal. El tono en estas declaraciones es iracundo y muchas veces soez, dando prueba de la falta de opinión con base y de conocimiento de los hechos históricos y particulares que envuelve a cada uno de ellos. La obra atraviesa dos ejes que implican la identidad del país; por un lado, la recuperación del canal, la cual el film aborda desde el inicio con imágenes de la reversión administrativa del mismo (1999); y por otra parte, el reggae en español, el cual, a través de su lírica, funciona como un dispositivo de degradación de lo panameño, afirmando la identidad al alcance de las masas, en lo irresponsable, la violencia y el juega vivo [término cultural para una actitud oportunista].

Es interesante analizar la analogía en la que se envuelve el título de la obra respecto al documento. Un dólar, precio de una dosis de cocaína en Panamá, hace referencia a la poca valoración que tiene la vida en el gueto; además siendo la moneda en curso de Panamá, denota la influencia en poderío e identidad norteamericana que ha sufrido el territorio, traduciéndose a su vez, en una actitud de devaluación de la propia cultura por parte de cada individuo ubicado dentro de este círculo. El film culmina con una madre sobornando a su hija con un dólar, para que diga que pertenece a una pandilla frente a las cámaras, lo que hace referencia a la idiosincrasia del panameño común, así como al futuro de esta sociedad. En el documental los niños son presentados en un segundo plano como víctimas, abrumados a la madrugada por los elevados niveles de la música entre sus padres alcoholizados, como el escondite perfecto de la droga, ó como los nuevos integrantes de la banda, como asesinos aprendices.

La producción de One Dollar a cargo de Joan Cutrina se realiza en tres períodos: de Septiembre a Noviembre de 1999, de Enero a Agosto de 2000, y de Enero a febrero de 2001; En dicho tiempo, Héctor Herrera, también padre de familia, se expuso a los peligros que conllevó infiltrarse entre las pandillas urbanas, sin ninguna seguridad. Por otra parte, esta producción no hubiera sido posible de no ser por cámaras ligeras y pequeñas, dinámicas para el trabajo de campo y que no lucieran ostentosas en el gueto. El costo de la producción de la película, corrió por cuenta de Cutrina y Herrera, y no se contó con ningún apoyo extraordinario, como Herrera luego afirma: "La verdad es que me dieron ayuda todos los que salen en ella, ya que sin ellos no hubiera sido capaz de filmar. A nadie le pagué ni un dólar, ellos se ofrecieron a salir en la película". (Herrera, 2005) Al documental le otorgaron el premio especial del jurado en festivales de La Habana, en Madrid (premio de la audiencia) y en Barcelona, entre otros reconocimientos.

En el 2001, también se realizó en Panamá el cortometraje del joven director David Becerra, La llorona del Río, el cual se basa en la popular leyenda popular de la Tulivieja, que narra la historia de una mujer que tras perder a su hijo en el río cegada por el deseo de un hombre, se convierte en el espectro de una madre que deambula en búsqueda de su hijo. El cortometraje de 24 minutos fue producido por Terri Thrush, también panameña y egresada, al igual que Becerra, del American Film Institute, entidad que financió el proyecto. Esta leyenda popular ya había sido abordada por Franco y Harker en el video La Tulivieja de 1986.

Del año 2002 se desatacan dos producciones, La noche (2002), largometraje de ficción dirigido por Joaquín Carrasquilla, y el mediometraje El plomero (2002) de Jonathan Harker, que consiste en un drama experimental. Ambos, filmes han sido realizados en formatos de video digital de gama profesional y mediante un presupuesto limitado, pero bajo concepciones distintas respecto a los modelos de producción y las maneras de emplear las nuevas tecnologías en el mismo. Por otra parte, La noche es un filme de 93 minutos, que se suscribe dentro del género suspense, y narra la historia de dos parejas y un bebé que por razones misteriosas quedan atrapados en una casa. Dentro de la misma un ente desconocido y omnipresente captura al bebé, situándolos y poseyéndolos, desatando viejos conflictos, la violencia y las perversiones entre los personajes. El film fue realizado de manera artesanal por Carrasquilla, quien además de dirigir cumplió con múltiples funciones dentro del film, inclusive como actor. En el trabajaron realizadores cuya única experiencia la obtuvieron en televisión, hecho que se refleja en los errores gramaticales del lenguaje. El largometraje no brinda debidamente la información para la construcción del suspense perdiendo el efecto, además no se tiene información sobre la naturaleza de la otredad, esta nunca se muestra, dejando una sensación de irracionalidad sobre los hechos, reforzado por el comportamiento errático de los personajes, que en conjunto dificultaron la verosimilitud de la obra. Ante la falta de información de la otredad, quien representa la fuerza antagónica, se produce un desbalance sobre las fuerzas dramáticas en la obra. Así mismo, el proyecto presenta características telenovelescas, como la sobreactuación de los actores poco profesionales, la televisiva de la imagen, los encuadres y el manejo de los tiempos de los planos. La película se desenvuelve en una única locación, mas tras esta facilidad no hubo un trabajo artístico intencionado [característica del cine] sobre los elementos de arte y vestuario, estos se limitan a elementos comunes de una casa y un vestuario homogéneo, que no funcionan como recursos dramáticos en ningún momento, ni aportan a la ausente caracterización de los personajes. Es importante señalar que las carencias en el trabajo de Carrasquilla se pueden relacionar a su empírica formación como cineasta. Joaquín Carrasquilla es un licenciado en diseño gráfico que se ha desenvuelto durante años, participando en el concurso RPC-Maxwell y en el ámbito de la televisión mediante la animación en stop-motion de caricaturescos muñecos de masilla. Más allá de las carencias de La noche, cabe destacar el valor para realizar un emprendimiento riesgoso y complejo en Panamá, y podría servir, en un futuro, para aprender de las experiencias. Pero específicamente el punto aquí en cuestión, es la decisión de a adoptar un medio nuevo para realizar una copia de los viejos modelos y de trabajar sobre el género. Según el teórico brasileño, Arlindo Machado (Arte y medios: aproximaciones y distinciones, 2006) esta postura genérica presenta el inconveniente de restringirse solo al plano técnico [soportes, herramientas, modos de producción, circuitos de difusión] sin llegar al meollo de la cuestión en las artes mediáticas, que señala: “es la comprensión de la imbricación de esos dos términos, medios y arte.” (Machado, 2006) Esta postura también supone una devaluación de la obra a una categoría de Telefilm, no solo por realizarse en formato betacam si no también por la concepción y las limitaciones que la caracteriza.

Por otra parte, El plomero (2002) de Jonathan Harker, aborda la producción y uso del recurso tecnológico desde una concepción más desestructurada y libre, la de la experimentación, resultando una obra de carácter inédito hasta entonces en el cine panameño. El proyecto consta de dos partes, la primera es el dividí, que consiste del mediometraje de 30 minutos titulado El Plomero. El tema central en el El plomero es contar historias, abordando diversas maneras para contarlas. Este ejercicio se realiza por medio de las anécdotas que los personajes como el plomero, el magnate, el hombre cartucho y la venenosa X, se cuentan, y son construidas a partir de mitos urbanos y de la imaginación delirante de Harker. Es mediante estas anécdota que se llega a objetos fetiches, los cuales por momentos sostienen la trama y sirven de vehiculo relacionándose entre ellos y entre las historias. En el caso del personaje del Plomero, el mismo escapa corriendo de una de estas anécdotas convirtiéndose en un cuento que anda suelto y que recorre la ciudad de Panamá, pasando de una historia a otra. El espacio donde circulan estas anécdotas, objetos y personajes es una Ciudad de Panamá incoherente y desordenada, Harker establece una clara analogía entre la fluidez serpenteante de las anécdotas que se cuentan, y la estructuración a veces arbitraria y amorfa de la ciudad. (Harker, s.f.) La segunda parte del proyecto es cidí, que comprende un conjunto de once temas del compositor Ingmar Herrera en conjunto con Señor Loops, titulado Cursilería Pre-pensada, la cual es la banda de sonido del mediometraje. Pero como asegura Harker en su sitio en la web, el trabajo de Herrera creció hasta adoptar identidad propia, entonces tomaron conciencia de que habían producido dos obras siamesas e idearon un formato de dvd-cd para publicarla como tales, “procedentes de un origen común y mucho más que la suma de las partes.” (Harker, s.f.) El plomero es uno de los pocos ejemplos en el que se trabajó sinérgicamente, entre el cine y la música en la República de Panamá, y aunque la vanguardia del El plomero no fue muy apreciada entre el público en general, tal vez por su complejidad, el proyecto si encontró entre los jóvenes, un público reducido pero familiarizado con la imagen, la estética del video clip y los sonidos sintéticos con los que experimenta Herrera. Ese público ha crecido como un mercado nuevo, al cual llega la banda panameña, Señor Loops, partícipes de este proyecto. La obra de Jonathan Harker, es un ejemplo del empleo de la libertad sobre los medios digitales, ya que no solo se concentra en el plano técnico, sino que prevalece una compleja búsqueda artística mediante la experimentación con la elasticidad de la producción digital de imágenes. Y respecto a esto es interezante la postura de Claudine Eizykman, Codirectora del Laboratorio de Experimentación en Artes Cine Gráficas (LEAC) de la Universidad Paris 8:

Hoy el cine experimental es reivindicado por quienes no hacen ese tipo de cine. O mejor dicho, por quienes tienen aspiraciones experimentales, gente como Gus Van Sant o David Lynch. Se limita lo experimental a una renovación de la forma, es decir, se lo utiliza para superar la decadencia del modelo narrativo del cine industrial impuesto desde 1910. Pero, en realidad, el cine experimental no es sino una forma de reflexión sobre el cine que plantea otra manera de ver la sociedad. Porque, como dice Lyotard, lo visual cinematográfico constituye lo social. (Eizykman, 2008)

La noche y El plomero, son entonces son dos ejemplos de concepciones opuestas con la cual abordar la producción de obras digitales con bajo presupuesto. En un extremo, Carrasquilla produce un filme de género que tras tantos esfuerzos y limitaciones en la producción, no logra alcanzar los estándares artísticos y de calidad para competir con sus homólogos extranjeros. Respecto a esta concepción, Octavo Getino hace la observación de que en Latinoamérica, no son viables los proyectos que intentan competir frente a Hollywood y que se limitan a intentar copiar estrategias del mismo. La brecha imperante a escala mundial en los campos del poder económico y político hace prever que dicha imagen sólo podrá ser hegemonizada por quienes detenten, precisamente, la hegemonía de los circuitos y los procesos de globalización del marketing. (Getino, 2006) Y en el otro extremo, se encuentra la obra de Jonathan Harker que posee mayor valor artístico, pues buscó a través de los medios digitales nuevas formas de lenguaje contemporáneas a los medios que utiliza, y por lo tanto nuevas maneras de contar historias. Por dicha libertad creativa, El plomero ha sido un referente para una nueva tendencia experimental en lo digital, que ha encontrado la acogida de un público joven, más acostumbrado a las nuevas formas y tecnologías digitales.

En el año 2003 se funda en la Ciudad de Panamá, El Festival de Cine Las Garzas, el cual es parte de un programa de la Fundacion Asociacion Pro Arte en Educación (ProArtEducacion) una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York. El festival tiene como objeto la promoción del trabajo de cineastas y artistas independientes de Panamá y Latinoamérica. (latamcinema, 2007) El mismo cuenta con tres secciones competitivas: cortometrajes de ficción y documentales, y largos universitarios, abiertos a realizadores nacionales y extranjeros; y por otra parte, un concurso nacional de nuevos cineastas reservado exclusivamente para realizadores panameños. Por otra parte, en Octubre de ese mismo año, se inauguró en Costa Rica el Fondo de Fomento al Audiovisual de Centroamérica y el Caribe, Cinergia. El mismo se consolida como un punto de referencia internacional de la producción cinematográfica de esta región, y como una alternativa de financiamiento dedicada a patrocinar exclusivamente producciones de estos países. Además de significar un espacio de capacitación y profesionalización para los creadores del área. Cinergia es administrado por Fundacine, en colaboración con el Centro Costarricense de Producción Cinematográfica, del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes de Costa Rica. Cuenta con el patrocinio de la agencia de cooperación holandesa Hivos, de la Fundación Ford y de la Universidad Veritas, y también con el auspicio de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, la Embajada de Francia en Costa Rica, el Centro Cultural de España, la Unión Latina y la Fundación TyPA de Argentina. (Cortes, 2005)

En el año 2004, el Lic. Luís Pacheco, publicista y propietario de Jaguar Films, funda la Asociación Cinematográfica de Panamá (ASOCINE) con apoyo de Carlos Aguilar Navarro, Director del Sistema Estatal de Radio y Televisión, del Lic. Anel Rodríguez, Director del Instituto Nacional de Cultura , y de Elena Vilardell, Secretaria Ejecutiva del Programa IBERMEDIA. Desde sus inicios dicha asociación se perfiló, como una organización sin fines de lucro, con el interés de integrar en un solo gremio a todas las entidades y profesionales que tengan como principal objetivo la creación y promoción de una industria cinematográfica en Panamá. La gestión de ASOCINE rápidamente se concentró, logrando que Panamá se convirtiese en un país activo y participativo de los temas audiovisuales, posibilitando la incorporación del país dentro de la Conferencia de Autoridades Audiovisuales y Cinematográficas de Iberoamérica (CAACI), y trabajando de cerca con el Instituto Nacional de Cultura y Sistema Estatal de Radio y Televisión para que Panamá se inscribiese al Programa Ibermedia y gestionara la presentación de una legislación cinematográfica para Panamá, la cual se procederá a analizar con mayor profundidad en el próximo capítulo de esta tesis. Durante los primeros años del nuevo milenio, también se realizaron en Panamá producciones como El sastre de Panamá (2001), Basic (2003) y Quantum of Solace (2007). Bajo esta línea, la gestión de ASOCINE, si bien hasta el momento ha sido fructífera y de suma importancia para el establecimiento de una industria, se ha caracterizado por aplicar en gran medida la perspectiva de un país de servicios, buscando generar empleos y traer divisas al país, captando la atención de productores de Estados Unidos, Europa y el resto de Latinoamérica. A esto, Luís Pacheco señaló: hay que ofrecer la seguridad a los productores que en el país no tendrán inconvenientes para que su obra sea terminada con éxito. (Casoria, 2008) Frente a esta postura, resultan interesante las observaciones de Octavio Getino respecto a que la base de sustentación de las escasas industrias o proyectos industriales del audiovisual latinoamericano han sido aquellos productos destinados, antes que nada, a satisfacer las expectativas de los mercados nacionales. Muchas de las películas de mayor impacto en nuestros países, fueron producidas con criterios localistas en cuanto a sus temas y tratamientos fílmicos, logrando competir exitosamente con productos extranjeros destinados al mercado internacional. (Getino, 2006)

Por otra parte, ASOCINE, el Instituto Nacional de Cultura y el Sistema Estatal de Radio y Televisión, han logrado a través del Programa Ibermedia mejorar las condiciones de financiamiento, fomento e incluso capacitación, realizando diversos diplomados internacionales en producción cinematográfica con el aval de la Fundación para la Investigación del Audiovisual de la Universidad Internacional Meléndez Pelayo, (Valencia, España). En la actualidad, la Asociación Cinematográfica de Panamá agrupa alrededor de unos 70 miembros, pero no posee un lugar físico aún donde consolidar sus actividades formales, prueba de ello es el difícil acceso a esta información. Para poder tener una idea de la situación actual del cine panameño, Luis Romero, Director del Centro de Imagen y Sonido se expresó al respecto:

La situación del audiovisual panameño, es totalmente independiente, en crecimiento, pero todavía bastante precaria en términos argumentales. Técnicamente, se hace muy buena publicidad, pero hay muy poca experiencia en cortos y largometrajes. Hay una deficiencia producto de falta de incentivos (no hay concursos, festivales ni fondos para proyectos) cosa que en teoría debe mejorar, con la Ley que trataré de promover concursos. No hay distribuidoras locales y cualquier producción se paga por el propio realizador/productor o quién quiera apoyarlo. Los canales de TV no compran materiales y en pocas ocasiones contratan servicios externos para realizaciones. La mayoría de las producciones son difundidas por los canales educativos de forma gratuita y bajo una exhibición externa especial, organizada por el propio productor/realizador. (Romero, 2009)

El 24 de abril del 2006, luego de años de investigación de la Autoridad del Canal de Panamá, el Presidente Martin Torrijos Espino presentó al pueblo panameño el Proyecto de Ampliación del Canal, el proyecto más grande que esta nación jamás se propusiera, el mismo doblaría el tránsito por la ruta y optimizaría al Canal, para que barcos de mayor envergadura [megacargueros] puedan acortar sus recorridos, en beneficio del comercio mundial. La decisión se debería tomar en las urnas, mediante el referéndum del 22 de Octubre del 2006, en el cual se aprobó, con un abstención electoral del 57%, la realización del gigantesco proyecto que tiene un costo de ardedor de 5 mil millones de dólares.

El Mismo año, Pituka Ortega realiza su obra maestra, el largometraje documental de 75 minutos, Los puños de una nación (2006), el cual es una retrospectiva de la vida del boxeador e ídolo panameño, Roberto “Mano de Piedra” Durán, en relación a un pueblo panameño identificado que vio en este deportista al héroe que necesitaba. Desde la lucha por la recuperación del Canal, cuando Panamá buscaba fervientemente definir su identidad, Roberto Duran surge de los barrios más pobres de la ciudad peleando y trabajando como pintor, camarero y limpia botas. A los diecisiete años logra ser boxeador profesional, y luego de 15 victorias, el empresario Carlos Eleta compra su contrató, comenzando así una fructífera pero difícil carrera en la que Duran consigue tres títulos mundiales durante la década de los años ochenta, otorgándole un gran impulso a la autoestima nacional y convirtiéndose así mismo en un referente para la identidad panameña de esta época. Pituka Ortega, argumenta la historia de Durán mediante paralelismos entre campeonatos ganados [material de archivo] en relación a las tensas relaciones entre Panamá y Estados Unidos, derivando en una mirada muy digna, propia y hasta didáctica de la historia moderna de Panamá. El film también contiene testimonios del boxeador, Sugar Ray Leonard; el afamado narrador de boxeo, Juan Carlos Tapia; el Cornerman, Ferdie Pacheco; el expresidente de la WBC, José Suleimán; el empresario y manager de Duran, Carlos Eleta; la escritora panameña, Consuelo Tomás; Bill Gallo; el manager, Luis Spada; El árbitro, Octavio Meirán; y el propio Roberto Durán, entre otros. Los puños de una nación ha sido también uno de los documentales nacionales con mayor proyección internacional, recibiendo cuatro distinciones hasta el momento [Junio, 2009] como mejor documental tanto en el Cinesul (Río de Janeiro, 2006), como en el Festival Ícaro de Cine & Video (Guatemala, 2006) y menciones del jurado en los certámenes de Lyon (Francia, 2008) y Cine de las Américas en Austin (Texas, 2008).

Bajo la misma línea de One Dollar: el precio de la vida (2001), como documentales que expresan la realidad que se viven en los Guetos [los barrios pobres de Panamá], se encuentra la obra de la realizadora panameña Ana Endara Mislow, egresada de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Curundú (2007), un documental de 66 minutos que trata sobre el barrio del mismo nombre, uno de los más pobres de la Ciudad de Panamá. La historia transcurre a través de los ojos de Kenneth, un exconvicto retirado de la violencia, aficionado a la fotografía y con un talento para contar historias. El documental también realiza entrevistas a otros personajes de la comunidad, quienes cuentan su ilusión por salir adelante, las dificultades por romper el ciclo de la pobreza y los prejuicios de las autoridades que se imponen sobre los habitantes del barrio.

La realizadora conocía, antes de hacer el documental, que Curundú era un barrio marcado y condenado, y con él su gente. Después de conocer a Kenneth la idea se reafirmó, porque su historia es la de alguien condenado desde los 13 años a vivir en un ciclo inevitable de cárcel y violencia. Y así ocurre con mucha gente del barrio. ¿Cuál sería el presente de Kenneth si hubiese nacido en Paitilla? [este es un ostentoso barrio de la Ciudad de Panamá]. (Domínguez, 2008)

Lo que expresan es la cruda realidad de gran parte de los panameños, constituyendo una denuncia contra la desigualdad en la sociedad panameña, dejando ver el sentimiento de abandono en los habitantes del gueto por la falta de interés de los gobernantes en sostener una lucha contra la pobreza en barrios como Curundú, pero mediante un discurso en donde impera la dignidad de estas personas y revela otros rasgos de la identidad del barrio, además de la violencia, como el acento, la lucha contra los prejuicios y la subsistencia. La producción de Curundú fue financiada por el Fondo de fomento al audiovisual de Centroamérica y el Caribe (CINERGIA) y recorrió diversos festivales y muestras en España, Ecuador, Chile, Colombia, Noruega, Francia y Austria. Y obtuvo el premio a mejor edición en el XI Festival Ícaro de Cine y Video Centroamericano en Guatemala en su versión 2008.

En el 2009 se estrena Chance de Abner Benaim, producida por Apertura Films en coproducción con Colombia y México. La obra retrata las complejas diferencias de clases sociales en Latinoamérica, a través de una comedia en la que dos empleadas domésticas que trabajan para una familia aristocrática panameña, deciden apropiarse de la casa de sus patrones. En palabras del Director panameño:

[la película] "Se basa en un hecho real ocurrido en Brasil, donde dos empleadas se tomaron la casa de sus patrones. Fue algo muy duro, nada gracioso. Sin embargo, al hacer la adaptación, pensé que era demasiado pesado ponerle ese tono a la película", comentó el cineasta de 36 años, quien se convierte en el primero en rodar una cinta de alto presupuesto en Panamá. (Gómez, 2008)

La película contó con un presupuesto de tres millones de dólares, y fue rodada con tecnología de la gama broadcast o cine digital, con un equipo Red One. Se trata de una cámara de cine digital de ultra alta definición con calidad de película de 35mm, con la conveniencia de una cámara portátil y que captura video a 4.520 x 2.540 pixeles. (Red.com, s.f) La tecnología de Red One, vuelve a la composición modular de la cámara conformada por un cuerpo, un objetivo, un visor, y en vez de un compartimiento para la película, un disco duro. Esta nueva herramienta, representa una opción más económica respecto a otros equipos de gamma broadcast en el mercado latinoamericano, su costo oscila entre 25,000 y 35,000 dólares según se configure, aproximadamente 45,000 dólares menos que el modelo más económico de la gama Cine Alta de Sony, la HDW-F900, la cual la Red One supera por mucho. (http://pro.sony.com/). [esta en tamaños de ccd´s, mayor frame rate, etc.] Es decir, rompe la dicotomía imperante hasta ese entonces, entre calidad de imagen y los elevados costos de los equipos cinematográficos.

En la actualidad, se están desarrollando más proyectos de largometraje que nos dan una noción de lo que será el devenir del cine panameño, tal es el caso de La ruta de Pituka Ortega, un documental que muestra la cotidianidad de Severino González, un obrero que depende de los deficientes medios de transporte para llegar a su trabajo todos los días. El film es el retrato de un país que insiste en convertirse en un país desarrollado, pero con pocas herramientas básicas para sostenerlo. También se encuentra el proyecto de Luís Franco, El suspiro de la Fea, el cual espera contar con la música y actuación de Rubén Blades. Así mismo se pueden enumerar diferentes realizaciones como, La Estación Seca, dirigida por José Canto, que terminó su rodaje en 2007 y prepara la postproducción; El Estado Plasma, de José Macías producida por Jaguar Films; El tiempo que se va un film de Luis Palomo, en etapa de preproducción, que se filmará durante el 2009; y La Luna de Queso, una película animada dirigida por Eduardo Verdurmen en coproducción con Venezuela.

Durante esta última década se dieron los pasos más significativos para la cinematografía de este pequeño país. Se produjo una mayor cantidad de proyectos de largometraje que reflejan realidades panameñas, los mismos cuentan con mejores estándares de calidad en relación a otras décadas del siglo pasado, gracias al desarrollo de las tecnologías audiovisuales, y a una plataforma de nuevos festivales a nivel a nacional y regional [Festival Ícaro y las Garzas]. Así mismo, la producción de estos proyectos empezaron a encontrar vías de financiamiento gracias a nuevos fondos en los cuales se puede aplicar [Ibermedia y Cinergia], se ha consolidado, en algún grado, el gremio audiovisual y cinematográfico en una asociación nacional y otra regional, así como se sanciono por la primera legislación cinematográfica de Panamá. Todos estos avances solo nos puede señalar que el establecimiento de una industria propia parece más cercano.

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